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Un trajet que ma mère a dû effectuer en quittant l’orphelinat de Guadalajara en direction de la Catalogne

Article du journal ElDiario.es

Guadalajara reconstruye la memoria de los ‘niños de la guerra’

Niños de la guerra

“Una mañana me desperté con mucho calor en los pies, no veía más que llamas a mi alrededor y salí corriendo asustada hasta que caí por un agujero”. Éste es el testimonio de María Teresa Palacio, una de las ‘niñas de la guerra’ que, a los siete años de edad, se vio forzada a marchar al exilio por el avance imparable de la Guerra Civil en 1937.

Dejaba atrás a su madre Isabel, que la había criado sola hasta entonces, a camino entre Madrid y Sotodosos, un pueblecito de la provincia de Guadalajara de donde procedía su familia materna. Hoy, 81 años después de aquella inolvidable experiencia, María Teresa, a sus 88 años, comparte feliz su historia desde Guadalajara con eldiarioclm.es. La acompaña su hija Rosa García, que plasmó su azarosa biografía, a modo de homenaje a su madre en el libro ‘Los baches del camino’.

La historia de supervivencia de María Teresa arranca en la inclusa de Guadalajara, desde donde partió camino de Cataluña en julio de 1937, cuando la ofensiva de las tropas fascistas había bombardeado la ciudad alcarreña, por segunda vez, destruyendo el internado en el que vivían los pequeños. Entonces, el Gobierno republicano organizó cuatro expediciones, entre 1937 y 1938, con el objetivo de evacuar a los niños del peligro que entrañaba el enfrentamiento civil. “Recuerdo que fue un viaje larguísimo en diez camiones y muchos compañeros murieron por el alcance de las bombas de la aviación nacional”, explica Palacio.

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Después de semanas de viaje, hambre y miedo, la expedición llegó a Barcelona y Terrasa, ciudades donde los niños permanecieron varios meses en distintos orfanatos hasta que prosiguieron la ruta hacia los campamentos de acogida en Francia. “En Catalunya no lo pasé mal, aunque cogí el sarampión, me cortaron el pelo y solo comíamos cuando venían los militares a la inclusa. Sufrimos hambre, pero había una mujer buena que nos alimentaba con patatas”, relata María Teresa.

Uno de los periodos más delicados del exilio para esta niña de ocho años transcurrió a su llegada al campamento, ubicado al sur de Francia, cerca de la frontera con España. Según cuenta la protagonista, “estaba herida en la cabeza, padecía del estómago y no podía comer”.

Entonces, el destino de María Teresa dio un vuelco inesperado, cuando conoció a su familia de acogida; un hecho que la alejó del grupo de compañeros de evacuación: “Mi mamá Berta, que trabajaba en el campamento de voluntaria, me regaló chocolate para que lo compartiera con los amigos, pero tenía tanta hambre que me lo comí todo”. A partir de ese primer contacto, la convivencia con sus padres franceses en la localidad de Bagnères de Bigorre, en la región gala de los Altos Pirineos, marcó un punto de inflexión en la vida de María Teresa hasta que finalizó la II Guerra Mundial. “Crecí feliz junto a mis padres, aprendí francés en el colegio, viajé a París y disfruté de todas las comodidades”. Un tiempo que le sirvió a María Teresa para recuperarse de las heridas de la guerra y recuperar su infancia, lejos de la guerra fratricida, que fracturó tantas familias. A pesar de todo, el recuerdo de su madre Isabel permaneció vivo, gracias a lo que le contaba de ella su madre adoptiva.

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A mediados de los años 40, Berta y su marido, un excombatiente de la I Guerra Mundial, deciden adoptar a la niña Teresa. Al mismo tiempo, desde España, su madre Isabel, angustiada, porque pensaba que su hija había muerto, averigua que fue una de las niñas desplazadas a Francia y lucha por encontrarla para que vuelva a casa. “Berta ofrece a mi abuela Isabel y a su familia instalarse en Francia para reencontrarse con su hija, pero mi abuela se negó y consiguió traer a su niña de vuelta”, explica Rosa García.

El retorno de María Teresa a España con 16 años se convirtió en la etapa más dura del exilio. Pasaba de vivir en un país desarrollado y próspero a otro, inmerso en las penurias de posguerra. Esa etapa conmocionó a María Teresa por la miseria que se vivía en el pueblo. “Llegué con sombrero, ropa y zapatos y en el pueblo no había ni luz, ni suelo ni baño. Tuve que trabajar en el campo y fue duro”. En estos años, María Teresa acudió también a la escuela para aprender a hablar y escribir español. Su madre era consciente de que la niña necesitaba educarse. Poco después, la escasez de la familia empujó a María Teresa a la independencia. En los años siguientes, María Teresa trabajó en Guadalajara sirviendo en una casa y bordando a mano para ganarse la vida, hasta que finalmente se instaló en Madrid, su ciudad natal. Allí comenzaba a construir su propia familia. Se casó con Eduardo, un albañil manchego, que combatió en el ejército rojo. “Deseaba tener una gran familia y estoy orgullosa de mis cinco niños, diez nietos y tres bisnietos”, concluye.

‘Los niños de la guerra’

El relato de María Teresa, Ángel, Araceli da voz al legado de los ‘Niños de la Guerra’, la historia de miles de pequeños españoles que vieron cómo su infancia se frenó en seco por culpa de la guerra y debieron emigrar a otros países para sobrevivir. El estallido de la Guerra Civil, en julio de 1936, trastorna la vida política y social de España. También la educación y la infancia. Es el fenómeno que la profesora e investigadora de la Universidad de Alcalá, Verónica Sierra, denomina como ‘socialización bélica’: “Las guerras contemporáneas se caracterizaron por ser totales, implicaron  a toda la población, de tal forma que la sociedad y la economía giraban alrededor del conflicto. A los niños se les involucró en la guerra, a través de su adoctrinamiento ideológico en la escuela y mediante la literatura y los juegos”.

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En este contexto histórico, el enfrentamiento bélico convirtió a los niños en sujetos activos de la guerra. Sin embargo, a medida que avanzaba el conflicto, “la elevada mortalidad, la falta de higiene, las enfermedades y el hambre llevaron al Gobierno de la República a organizar la evacuación de los menores para salvaguardarles del peligro de los bombardeos”, explica Verónica Sierra a este digital.

La evacuación de los niños se planificó en dos fases. La primera de ella se desarrolló entre 1936 y 1939 hasta la caída de Cataluña. Durante este periodo, las autoridades desplazaron a los menores a las colonias escolares situadas en Levante, para sortear los efectos devastadores del conflicto. A pesar de que la evacuación se inició con celeridad, la guerra provocó la muerte de 140.000 niños. La Guerra Civil se saldó con medio millón de víctimas.

El avance del bando sublevado hacia el este del país provoca que no se pueda garantizar la seguridad de los menores desplazados a Valencia y Cataluña. Es el momento en el que arranca la internacionalización de las cuatro expediciones de los ‘niños de la guerra’, que, desde mediados de 1937 hasta finales de 1938, condujeron a 2.895 niños al exilio en la Unión Soviética. “Algunos países como Francia, Inglaterra, Bélgica, Méjico y Rusia que decidieron no intervenir en la guerra española, respondieron al llamamiento de acogida a la infancia que realizó el Gobierno y se hicieron cargo del cuidado y educación de miles de niños, después de que Alemania e Italia apoyaran a Franco en la contienda”, afirma Sierra.

El exilio de los niños a la URSS se desarrolló de una forma diferente a las evacuaciones a otros países europeos. Rusia, núcleo del comunismo, se convirtió, en la mayoría de los casos, en un “exilio sin retorno, porque nadie esperaba que la República perdiera la guerra y que estallase luego la II Guerra Mundial”, asevera la investigadora. La vida cotidiana de estos infantes se desenvolvió “con un trato privilegiado” en las dieciséis ‘Dietsky Dom’ o Casas de niños, repartidos por toda la Federación Rusa hasta los primeros años la Segunda Guerra Mundial.

Los propios niños relataban en la correspondencia que enviaban a sus familias que “aquí estamos como en jauja. Comemos cuatro veces al día, nos levantamos de la cama, nos lavamos y vamos a almorzar. Nos suelen dar dos cachos de pan con mantequilla y otro con queso y una taza o un vaso de chocolate”. Además, entre las viandas de que disfrutaban se encontraba el caviar o “esas cosas negras que nos gustaban nada”. Laura García, una de las ‘niñas de la guerra’, mandó unas miguitas de pan blanco dentro de una carta dirigida a su madre en la que le explicaba cómo se sentía en su nuevo hogar. Durante este tiempo, el Gobierno soviético creó ‘un microclima’ en estas casas de acogida, que marcó la instrucción que recibieron estos niños, siempre vinculada a su origen. De este modo, la educación incluía el estudio de la cultura española, la lectura del Quijote o el aprendizaje de los bailes folklóricos.

La invasión de la Unión Soviética por el ejército de Hitler, a finales de 1941, supuso un cambio radical en el devenir de estos pequeños. “Algunos niños se vieron envueltos en una arriesgada evacuación a lugares lejanos como Siberia, mientras que los mayores combatieron en el frente o en la retaguardia de la guerra, como forma de recoger el testigo de sus padres en la lucha contra el fascismo”, asegura Sierra.

Al término del conflicto mundial, en 1945, la suerte que corrieron estos niños fue dispar. Se estima que setenta murieron en el frente de la guerra. Otros perecieron por el hambre y el frio en la retaguardia;  mientras que otros tantos fueron depurados por Stalin en Gulags o retornados forzosamente a España. A partir de este momento, su destino se desliga y cada uno se esfuerza por sobrevivir y formar su propia familia.

En 1953, la muerte de Stalin abre la primera puerta al regreso a España, una vez que las relaciones diplomáticas entre ambos países se normalizaron. Durante los años 60 y 70, muchos ‘niños rusos’ consiguieron volver en expediciones a un país, que ya no reconocían como el de su infancia. “Muchos niños fueron perseguidos, encarcelados y rechazados por sus familias; no se reconocieron sus matrimonios civiles ni estudios, explica la investigadora. Como consecuencia, muchos volvieron a Rusia. Otros regresaron, ya jubilados, en los años ochenta a algunos países como España o Méjico. En torno a un centenar de ‘niños de la guerra’ viven hoy para relatar su historia de exilio a las nuevas generaciones.

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La exposición

‘Entre España y Rusia, recuperando la historia de los Niños de la Guerra’ es la muestra que  exhibe actualmente el Archivo Histórico Provincial de Guadalajara sobre el exilio ruso de estos menores, que huyeron de la barbarie de la Guerra Civil. Esta exposición histórica hunde su origen en la publicación de ‘Palabras huérfanas’, los niños y la Guerra Civil’, el libro escrito por la historiadora Verónica Sierra, en 2009, que compendia multitud de documentos personales de niños, soldados y presos, que sufrieron el conflicto civil en primera persona, entre 1936 y 1939.

Este proyecto cultural, subvencionado por el Ministerio de la Presidencia y en el que colaboran la Junta, el Archivo Histórico de Guadalajara (AHPG) y la Universidad de Alcalá, llega por vez primera a Guadalajara, después de haber recorrido más de 50 ciudades españolas y francesas desde 2012. El objetivo de la muestra es “recuperar una época de nuestra historia, a través de un fondo documental desconocido hasta ahora que da a conocer al público las evacuaciones de niños guadalajareños durante la Guerra Civil a Cataluña y Rusia”, explica a eldiarioclm.es Rafael De Lucas, director del Archivo Histórico de Guadalajara.

Entre el material inédito que aporta el AHPG a esta exposición destacan documentos administrativos de la inclusa de Guadalajara, registros de los niños que partieron al exilio, organizados por los pueblos de origen; telegramas o cartas familiares que “recogen el sufrimiento, las emociones y frustraciones de los padres y los niños que, ahora damos a conocer al público”, matiza De Lucas. Una serie de 40 fotos y unos 2.000 folios en los que se narra la vida cotidiana de los ‘niños de la guerra’ durante su estancia en las casas de acogida en Cataluña y Rusia, a finales de los años 30. La muestra se completa también con objetos personales de los protagonistas como juguetes de época o las maletas que acompañaron a los pequeños en su viaje.

La exposición se organiza en seis paneles que siguen la evolución de los ‘niños rusos’, en paralelo al contexto bélico de la Guerra Civil y II Guerra Mundial (1939-1945), cuando los pequeños vivían ya en internados de Rusia. En los primeros dos paneles  ‘Guerra e infancia’ y ‘De la evacuación al exilio’ se describe con imágenes y textos cómo el estallido del conflicto civil condicionó la existencia de estos niños, que dejaron de jugar para participar de la realidad bélica que les rodeaba. Además se explica la planificación de las cuatro evacuaciones con las que el Gobierno republicano alejó a estos menores del horror de las bombas y de la pobreza.

A continuación, a través del tercer panel ‘Una patria, mil destinos’ y del cuarto ‘De Españoles a rusos. Vida Cotidiana, educación y política’, se informa al visitante de cómo se desarrolló el exilio internacional de los niños, su acogida y educación en los centros rusos, su nuevo hogar. Finalmente, los expositores quinto ‘Entre dos guerras’ y sexto ‘Retornos y memorias’ relatan la vivencia de estos pequeños al tener que sufrir un segundo exilio, propiciado por la invasión de la URSS por los nazis y el retorno a España, a partir de los años 60, cuando se reestablecieron las relaciones diplomáticas entre Madrid y Moscú.

Al acto de inauguración, celebrado en la sede del AHPG el 6 de febrero asistieron el Delegado de la Junta en Guadalajara, Alberto Rojo, además de otras personalidades como el Embajador de Rusia en España; diversos políticos de Guadalajara, representantes de la universidad de Alcalá y el director de la UNED en Guadalajara, Jesús De Andrés. Las conferencias a cerca del exilio y el retorno de los Niños de la Guerra estuvieron conducidas por la Comisaria de la exposición, Verónica Sierra y la profesora de la UNED, Alicia Alted.

La muestra, que permanecerá abierta hasta el próximo 10 de abril en la sede del Archivo Histórico provincial de Guadalajara, se acompañará de una mesa redonda, moderada por Xulio y Pedro García Bilbao, representantes del Foro por la Memoria de Guadalajara. El coloquio contará con el testimonio de los niños de la guerra, localizados, a través de los fondos del archivo y de las bases de datos, que forman parte de la investigación desarrollada por los hermanos García Bilbao sobre los represaliados del franquismo en Guadalajara. Xulio García, destaca la dificultad de identificar a los ‘niños de la guerra’, a través del análisis de las sentencias de los represaliados de la dictadura, “porque estas sentencias eran personales y no aportaban información sobre los cónyuges o familiares de estos niños evacuados”.

Las visitas guiadas para escolares, la proyección del documental ‘El último maestro ruso’ en marzo y una conferencia sobre las memorias de los ‘niños de Rusia’, en abril, cerrarán este ciclo expositivo.

 

Les Galiciens qui ont vaincu les nazis

Vous trouverez ci-joint la traduction, d’un article d’Arturo Losada dans Luzes/Publico paru le 20 décembre 2022.
Il retrace, entre autres, la vie d’Angel Rodriguez Leira, surnommé « Cariño Lopez » père de Mar y Luz Cariño Lopez, adhérente de notre association Retirada37.

Víctor Lantes, fils d’aubergistes de La Corogne, a utilisé un mortier dans les forêts de France contre les chars Panzer de l’armée allemande. Ángel Rodríguez Leira, surnommé « Cariño López », a participé à la libération de Paris et à l’assaut de la résidence du Führer. Ils ont mené une guerre de neuf ans contre le fascisme. Ils ont combattu Franco et Hitler. Ils ont perdu à domicile et gagné à l’extérieur. Plus jamais ils ne retourneront au sud des Pyrénées.

20 décembre 2022

Arturo Losada/ Luzes-Publico

Ángel Rodríguez Leira est né à Cariño (La Corogne) en 1914.

Il a travaillé comme pêcheur de pouces-pieds et marin, était un militant CNT, s’est marié et a eu deux enfants, Ángel et Marina. Et puis la guerre civile a éclaté. Il a été recruté de force par les rebelles et contraint de porter leur uniforme. Mais ce fut pour une courte période, puisqu’il déserta dès qu’il le put pour se battre avec le côté loyaliste avec un autre habitant de Cariño, Antonio Yáñez, ou Gharepo.
En mars 1939, ils se retrouvent piégés à Alicante, l’une des dernières provinces à tomber. Avec cinq autres compagnons, ils ont quitté Guardamar del Segura dans un petit bateau qui était « une embarcation de fortune », selon l’un des petits-fils d’Ángel, Andrés Alonso. Ils l’ont rempli d’oranges et ont traversé la Méditerranée en quatorze jours, jusqu’à Beni Saf, en Algérie française. Comme beaucoup d’autres exilés républicains à cette époque, ils sont considérés comme dangereux par les autorités et sont internés au pénitencier de Suzzoni.
Selon Alicia Alted dans le livre « La voix des vaincus », Suzzoni était une ancienne forteresse transformée en prison, dépourvue d’hygiène, où quelque 300 républicains étaient détenus. L’un d’eux, l’aviateur Joaquín Tarazaga, se souvient : « Le régime alimentaire était très spartiate, ils ne nous donnaient qu’un morceau de pain pour quatre, des lentilles et du rutabaga, une sorte de navet. Lorsque j’ai été hospitalisé, en avril 1939, je pesais 67 kilos, et en décembre, quand je me suis évadé, seulement 35″.

Les deux amis galiciens ont également tenté de s’échapper de cet enfer à deux reprises, sans succès. L’opportunité n’arriva qu’en 1942, lorsqu’ils furent recrutés, à nouveau de force, dans le Corps Francs d’Afrique.
L’armée américaine venait de débarquer au Maroc et en Algérie et les colonies françaises s’étaient dépêchés de vider les camps de prisonniers pour former ce bataillon avec lequel affronter l’Afrika Korps de Rommel.
La France connaît alors une schizophrénie, entre la soumission collaborationniste au régime de Vichy et la résistance de la France libre des partisans de De Gaulle en exil. L’arrivée des Américains fit que personne ne voulait être pris pour un Vichyste. Cependant, ces Corps Francs furent immédiatement dissous, après quelques combats en Tunisie. Ángel et Antonio choisirent alors de s’enrôler avec le général Leclerc, qui venait de se battre dans toute l’Afrique sous la bannière de la France libre. En raison de son prestige acquis au combat, il fut choisi pour commander la 2e division blindée, une unité nouvellement créée au sein de l’armée du général Patton. Elle était composée de 14 000 hommes de 32 nationalités, dont quelque 2 000 étaient des républicains espagnols. Les deux fugitifs du village de Cariño se sont ainsi retrouvés dans la 9e compagnie, La Nueve, presque entièrement composée de vétérans de la guerre civile.

Ángel Rodríguez Leira a décidé d’utiliser le nom de Cariño López, pour cacher son identité et laisser ainsi son lieu d’origine indiqué. C’était une pratique courante parmi les soldats, et même dans le commandement. Leclerc lui-même a caché son vrai nom, Philippe de Hauteclocque, pour épargner à sa famille d’éventuelles représailles de la part des Vichystes.

La 2e division blindée s’installa en Écosse, avant de débarquer en Normandie début août 1944, deux mois après le jour J, la zone étant déjà sécurisée pour permettre le passage des blindés. La 9e compagnie, composée d’hommes ayant l’expérience du combat, était toujours à l’avant-garde. C’était une unité motorisée, transportant des armes antichars sur des half-tracks tout-terrain rapides. Les soldats y avaient peint le drapeau de la République espagnole et les baptisèrent avec des noms de batailles de la guerre civile, comme Madrid, Ebro, Guadalajara ou Brunete. Cariño López pilotait le Guernica, et il ne lui aura pas fallu longtemps pour se faire un nom avec son adresse au tir avec le canon .57.

C’est ainsi que le raconte le capitaine Raymond Dronne, l’officier français commandant cette compagnie d’exilés. Dans ses mémoires, « Carnets de route d’un croisé de la France Libre », il met en exergue le rôle des républicains espagnols dans la lutte pour la libération de la France, « animés d’un énorme désir de revanche et de victoire ». Il y loue la capacité de Cariño López à détruire les véhicules blindés allemands et le définit comme « un homme de grand sang-froid ». Il a dû le prouver très tôt. Le 19 août, La Nueve contenait toute une division SS dans la ville d’Écouché, dans une bataille acharnée. Cariño López a passé 24 heures sans s’éloigner de son canon, sur lequel  » il inscrivait une croix gammée pour chaque char détruit « , selon son petit-fils Andrés.

Dans la nuit du 24 août, cette unité sera la première à entrer dans Paris et à atteindre l’Hôtel de Ville. Là, de façon surprenante, un lieutenant valencien , Amado Granell, rencontre le chef de la résistance, Georges Bidault, et la photo de la rencontre fit la une du journal Libération. En deux jours, la capitale fut libérée, dans une victoire qui marqua le début de la fin de la guerre. Ces half-tracks aux noms étranges occupèrent une place prépondérante dans le défilé triomphal sur les Champs-Élysées.

Dans les semaines qui suivirent, la compagnie paya un lourd tribut en vies humaines pour contenir les Allemands sur les rives de la Moselle, couvrant l’avancée du reste de la division. Le caporal Cariño López de nouveau joua un rôle de premier plan : il détruisit cinq Panzers en cinq coups. Le 26 septembre 1944, il fut décoré à Nancy avec le sous-lieutenant Miguel Campos et le sergent Fermín Pujol, par Charles De Gaulle lui-même. Le même De Gaulle qui affirmera plus tard que seuls des Français ont participé à la libération de Paris. La récompense a dû être amère pour le Galicien : quatre jours plus tard, il verra mourir son ami Antonio Yáñez, dans une attaque contre la ville alsacienne de Vaqueville, avec deux autres compagnons.

Le pêcheur de pouces-pieds devint sergent et participa à la libération de Strasbourg, où le froid était un ennemi aussi dangereux que les Allemands. Il restait peu d’hommes parmi ceux qui s’étaient enrôlés en Algérie. Raymond Dronne explique qu’après chaque combat, les vides étaient comblés par de jeunes Français, presque tous dépourvus de formation militaire. »  Les anciens combattants prenaient sous leur aile ces recrues inexpérimentées, les entraînaient et les protégeaient ; ils se comportaient en parents inquiets « . À la fin de la guerre, seuls 16 des 156 de La Nueve sont revenus vivants à la maison.

Sa dernière étape dans ce périple guerrier fut au Nid d’Aigle, le refuge de hauts fonctionnaires nazis. Il était situé dans le village alpin de Berschtesgaden, au sud de Salzbourg, et défendu par les dernières troupes SS. Beaucoup d’entre eux n’étaient guère plus que des adolescents fanatiques, mais la bataille n’en fut pas moins rude. Les Américains atteignirent la ville les premiers, mais ce sont les hommes de Leclerc qui prirent le Nid d’Aigle, et y firent flotter le drapeau français le 5 mai 1945. L’artilleur de Cariño était présent, et en ressortit avec une montre en or qui est toujours dans la maison d’une de ses filles aujourd’hui.

Ángel a gagné sa grande guerre contre le fascisme en Europe, mais il dû rester chez lui. Il n’est jamais revenu en Espagne, sachant qu’un peloton d’exécution ou une balle dans la nuque l’attendait ici. Il séjourna en France, où il se maria et aura deux autres filles avant de mourir à Paris en 1979. Depuis 2010, une plaque à Cariño (Galice) commémore ce vétéran du combat pour la liberté. Ses enfants galiciens et certains de ses petits-enfants vivent toujours dans cette ville.

Deux fois exilé, trois fois prisonnier

Víctor Lantes est né à La Corogne en 1919 et mort en 2007 à Paris. Dans les dernières années de sa vie, il a été interviewé par l’historienne Evelyn Mesquida, pour son livre « La NUEVE, ces Espagnols qui ont libéré Paris ». Il a raconté que ses parents avaient « une auberge » près de la gare de San Cristóbal, où il a passé « les années heureuses de la petite enfance ». Cependant, déjà en 1923, il a dû fuir avec sa famille. A cette époque, la ville connut une dure grève générale, convoquée par les anarchistes, qui fut brutalement réprimée par la dictature de Miguel Primo de Rivera. Les parents de Lantes, aubergistes, avaient hébergé et aider plusieurs dirigeants syndicaux, c’est pourquoi ils ont été forcés de s’enfuir.

Le petit Víctor Lantes a grandi à Bayonne (France) avec sa grand-mère et quelques oncles. Les parents ont suivi la voie ouverte par tant d’autres Galiciens et sont allés à Cuba pour gagner de l’argent. « Ma mère est revenue cinq ans plus tard. Elle a eu deux autres enfants, un garçon et une fille. Peu de temps après nous sommes partis pour Alger. Mon père est parti pour New York, et de là il envoyait de l’argent de temps en temps. Puis il est revenu avec nous. Ma mère avait déjà une épicerie et ils travaillaient ensemble », dit-il dans le livre de Mesquida.
Lorsque l’armée s’est soulevée contre la République, Víctor Lantes, 17 ans, travaillait dans une usine comme monteur et était membre des Jeunesses communistes. Au début de 1937, Víctor Lantes est mobilisé et entre dans l’artillerie, mais il pense avoir passé assez de temps dans l’armée espagnole et déserte. Il arrive par bateau au Maroc, où il est arrêté dès qu’il a mis le pied à terre.

Il se retrouve en prison, au pénitencier d’Oudja, contrôlé par des sympathisants du régime de Vichy. Au bout de quelques semaines, ils lui font une offre : soit s’enrôler dans la Légion étrangère, soit retourner en Espagne. Il choisit la première option et fut envoyé pour contenir l’avancée des Anglais et des Américains. Il a passé trois mois ainsi avant d’avoir l’opportunité de déserter.

En août 1943, sous le surnom de Vedrune, Lantes s’engage dans la 2e division blindée du général Leclerc,  » un homme extraordinaire « . Il conduisait un half-track américain, le Catapulte, qu’il pris à Casablanca et dont il ne descendit qu’à la Libération. Il rejoint la compagnie de soutien au Troisième Bataillon, où un tiers des soldats étaient espagnols.
Après avoir débarqué en Europe, son unité se confronte aux Allemands à Laval et à Argentan, près de la Normandie, et surtout dans les batailles d’Écouché et de la forêt d’Écouves : « Là j’ai vu comment un garçon qui voulait sortir d’un char en feu et ne le pouvait pas. Il criait et hurlait, et le char était en feu, et nous ne pûmes rien faire pour lui », se souvient Victor Lantes. Ils sortirent vainqueurs de ces batailles, et parcoururent 270 kilomètres en deux jours pour atteindre Anthony, dans la banlieue de Paris, où ils surprirent les forces allemandes et les dispersèrent à coups de mortier. Ce jour-là, l’homme de La Corogne a tiré plus de vingt obus. Ils ont ainsi contribué à ouvrir la voie à La Nueve pour entrer dans la capitale française et s’emparer de l’hôtel de ville le soir même.

 » Peur ? Non, honnêtement, je n’avais pas peur. J’ai vécu des moments très difficiles, mais j’ai toujours cru que j’aurais de la chance « , a assuré Víctor Lantes à Evelyn Mesquida, quelques années avant de mourir chez lui, avec sa famille. Il s’est marié en France et a eu deux enfants, qui vivent aujourd’hui à Toulon, en Provence. Il n’est jamais retourné dans sa Corogne natale, où personne ne connaît son nom, mais où jusqu’à récemment il y avait une rue pour la « division azul » et une avenue pour le général Sanjurjo.

Quelques rares cas en exil galicien

La plupart des Galiciens qui ont fui pendant la guerre civile ont regardé de l’autre côté de l’Atlantique.  » Après tout, Buenos Aires, La Havane, Montevideo ou New York pouvaient paraître plus proches que la France ou l’Algérie pour un paysan ou un marin galicien, en raison des réseaux microsociaux tissés par l’émigration au XIXe siècle « , explique le professeur Xosé Manoel Núñez Seixas, professeur d’histoire contemporaine à l’Université de Santiago et auteur avec Pilar Cagiao du livre Itinéraires de l’exil. Il était plus facile de demander l’aide d’un oncle, d’un cousin ou d’un parent aux Amériques que de tenter sa chance de l’autre côté des Pyrénées ou en Afrique du Nord. Surtout si l’on tient compte du fait que la Galice est tombée aux mains des rebelles en l’espace de dix jours.
Cependant, il existe plusieurs cas de Galiciens qui ont réussi à fuir ou qui se trouvaient dans la zone loyaliste au moment du soulèvement militaire, raison pour laquelle ils ont fait la guerre avec le camp républicain. Il y avait même un bataillon de milices populaires galiciennes, composé de paysans qui faisaient la moisson en Castille, et qui joua un rôle important dans la défense de Madrid.  » Ceux qui ont survécu au conflit ont été contraints de suivre le sort des exilés. Ils ont franchi la frontière française dans les premiers mois de 1939. Ceux qui ne pouvaient s’embarquer pour l’Amérique n’avaient d’autre choix que de survivre à Vichy en France ou de participer à la Résistance « , dit Núñez Seixas.

Entre janvier et avril seulement, plus d’un demi-million de personnes ont traversé les Pyrénées pour fuir le régime de terreur des vainqueurs, selon le chiffre qui semble faire le plus consensus parmi les historiens. Le gouvernement français ne leur a pas réservé un très bon accueil. Tous ceux qui avaient des antécédents de combattants ou de militants politiques étaient enfermés dans des prisons et des camps de concentration, où ils souffraient de la faim, du froid et des mauvais traitements. Beaucoup sont morts à l’intérieur de ces clôtures, certains se sont échappés, d’autres ont été réclamés par des proches. Beaucoup d’entre eux se sont vus
obligés de s’enrôler dans l’armée française. Hitler pratiquait le blitzkrieg (guerre éclair) et il n’était pas question de gaspiller des vétérans.
Geneviève Dreyfus-Armand calcule qu’en juin 1939 il y avait 170 000 détenus dans les camps, mais qu’en novembre il y en avait encore 53 000. Le Répertoire bibliographique de l’exil galicien a identifié 1 320 Galiciens dans cette situation. « Leur nombre est peut-être sous-estimé, mais ils ne représentent, en tout cas, pas plus de 6 % du groupe des exilés républicains en France fin 1939 », calcule Núñez Seixas.

L’un d’eux était José Romero, un pêcheur et militant anarchiste de Boiro (La Corogne), que le coup d’État de 1936 a surpris en train de travailler dans le port de Pasaia, à Guipúzcoa. Il a fait la guerre sur le front nord jusqu’à ce que fuir avait plus de sens que de se battre. Il était dans le camp de réfugiés du Barcarès en France, dont il a réussi à sortir en 1940, lors de l’invasion nazie. Après la défaite rapide de l’armée française, il rejoint les maquis qui résistent aux Allemands et reste dans leurs rangs jusqu’en 1945. Au fil du temps, il écrit de Marseille à sa sœur émigrée en Argentine pour lui demander son aide et il arrive à Buenos Aires en 1950. Son nom figure au répertoire, ainsi que celui de bien d’autres Galiciens qui furent dans les camps d’Argelès sur Mer, Bezièrs, Sepfonds, Tarne-et-Garonne, Le Vernet…

Il faut aussi se souvenir d’un certain Gayoso. Il a combattu en Norvège et a été décoré pour sa bravoure. Il fait partie de la 13e demi-brigade de la Légion étrangère, postée en Scandinavie en mai 1940 pour contenir l’attaque allemande. Il a combattu dans la bataille de Narvik, un village de pêcheurs stratégiquement important. Les journaux de campagne relatent l’exploit de 40 hommes, qui se sont vu confier la mission suicide d’expulser les nazis de la ligne de front 220, un col de montagne d’où ils dominaient le champ de bataille. Ils traversèrent un torrent d’eau et de glace, sautèrent de pierre en pierre et sous le feu de quatre armes automatiques, et ensuite gravir la pente. Avec des grenades, ils ont réussi à déloger trois des nids de mitrailleuses, mais le quatrième a nécessité un assaut frontal.

Erwan Bergot explique dans le livre La Légion au combat, que  » les uns après les autres, les hommes tombèrent sous le feu allemand. La dernière tentative fut faite par trois légionnaires espagnols —Málaga, Pepe et Gayoso—, les deux premiers tombèrent bientôt dans un ravin en contrebas , et furent fauchés par les tirs de la quatrième mitrailleuse, mais le troisième réussit à poser le pied sur le rebord, à renverser la mitrailleuse et à abattre l’officier allemand d’un coup de crosse . Ainsi fut conquise la ligne de front 220  » . Gayoso a reçu la médaille militaire de la bravoure, et on sait peu de choses sur lui. La 13e demi-brigade était l’un des corps militaires qui suivirent De Gaulle dans l’exil anglais, pour combattre pour la France libre.
Je crois qu’il y a bien d’autres d’histoires similaires, mais il est difficile de reconstruire les pistes. Nous avons déjà vu que dans leur enchaînement d’évasions, de désertions et de passages de frontière, les exilés changeaient de nom pour éviter les représailles. Ajoutez à cela le fait que les Français avaient tendance à s’empêtrer dans cette manie ibérique d’avoir deux noms de famille, et nous verrons pourquoi les registres officiels prêtent à confusion. Certains, comme Víctor Lantes et Cariño López, ont survécu pour raconter l’histoire. Beaucoup d’autres ont été laissés pour compte, sans que personne n’ait la possibilité de savoir qui ils étaient, où ils étaient nés ou pourquoi ils se battaient.

Le trou de mémoire des jeunes Espagnols

Il est 20 heures et la nuit vient de tomber sur Madrid. Loin de s’assoupir, la capitale fourmille d’activité. Surtout ici, sur la Puerta del Sol, son cœur névralgique. En plein mois d’octobre, la température est estivale. Touristes et Madrilènes arpentent allègrement le quartier. Rompant avec l’ambiance enjouée qui s’instaure, c’est à cet endroit – à quelques mètres d’une plaque représentant le centre symbolique du pays – qu’ils viennent encore une fois installer leur attirail. En plein cœur du royaume d’Espagne, comme tous les jeudis depuis maintenant près de douze ans et demi, les membres de la Plateforme contre l’impunité du franquisme sont de nouveau présents pour raviver le souvenir d’une République disparue dans la douleur.

Adossés au bâtiment qui abrite le siège de la présidence régionale, cette vingtaine d’hommes et de femmes – la plupart d’un âge assez avancé – s’affairent à déployer leurs banderoles et à hisser haut des drapeaux tricolores aux bandes rouge, jaune et violette. Deux longues bâches affichent une centaine de portraits en noir et blanc, visages anonymes auxquels on devine un destin tragique. Les prises de parole se succèdent ; une maxime revient comme une sentence – « Pas de démocratie sans mémoire » – et bientôt les passants commencent à s’attrouper à l’angle de la place avec la rue Carretas.

« ce n’est même pas de leur faute : cette ignorance a été fabriquée »

Parmi ceux-là, des jeunes. Certains s’arrêtent pour écouter. D’autres marquent à peine une pause avant de reprendre leur chemin. Que leur évoquent ces militants aux corps fatigués qui pourraient être leurs grands-parents et haranguent ainsi la foule un soir de semaine en brandissant des mots qui paraissent aussi inquiétants que surannés ? « Fusillés ; fosse commune ; répression ; exil… » Que leur disent ces paroles qui heurtent, lancées à la merci de l’indifférence des promeneurs par des voix usées faisant le récit d’événements aussi atroces qu’injustes, qui semblent déterrés du fin fond d’un siècle révolu et qu’ils n’ont pas connu ? «  Je n’y connais rien, je préfère ne rien dire  », lâche furtivement une jeune fille, avant de s’éclipser. «  Je ne sais pas grand-chose ; c’est un peu tabou  », confie Marta, 20 ans. Ses amis Lucia et Alejandro – inscrits en licence de marketing – ne sont pas plus calés qu’elle. « Ils parlent de la République, c’est ça ? Cette partie (de l’histoire), je ne l’ai pas étudiée », avance l’une . « Moi, je ne connais que les bases, le peu que m’ont raconté mes grand-pères », complète l’autre . « On a abordé cette période au lycée mais pas en profondeur  », confie de son côté Oli, 19 ans, étudiante en philologie anglaise. À peine plus âgé, son compagnon, Adrian, affirme qu’un membre de sa famille a été fusillé parce qu’il était républicain, « mais on n’en parlait pas trop à la maison ».

Une heure plus tard, le rassemblement s’achève avec émotion sur les notes crachées par le haut-parleur. Les poings se lèvent pour entonner des chants de la Seconde République, et l’ Hymne de Riego sonne l’heure de plier les banderoles. Gonzalo Avila – 79 ans et un regard doux cachant très bien une détermination de fer –, qui participe à ces rassemblements depuis le début, remballe ses tracts. « Quand des jeunes s’approchent pour nous poser des questions, je ne sais même pas par où commencer car je ne sais pas à quel point ils méconnaissent le sujet, explique-t-il. Leur vision de l’histoire est souvent très déformée mais ce n’est même pas de leur faute : cette ignorance a été fabriquée. »

Gonzalo n’exagère pas. Un rapport publié quelques heures plus tôt, ce jeudi 6 octobre, lui donne entièrement raison. Moins de vingt-quatre heures après que le Sénat espagnol a approuvé la nouvelle « loi sur la mémoire démocratique » (lire l’encadré), l’Association des descendants de l’exil espagnol (Adee) présentait les résultats d’une étude réalisée auprès de jeunes Espagnols, âgés de 16 à 30 ans, évaluant leurs connaissances et réceptivité au sujet de la période 1931-1975 (1).

« la transition a mis en place la “politique de l’oubli” »

Ses conclusions sont amères : une « méconnaissance manifeste » des périodes historiques de la Seconde République « en paix » (1931-1936), de la guerre civile (1936-1939) et de la dictature imposée par le général Franco (1939-1975), responsable d’innombrables confusions et distorsions « problématiques ». Un regard à la fois trop simplifié et incomplet sur l’histoire de leur pays qui expliquerait de graves lacunes concernant notamment la répression. «  Le franquisme a agi comme un trou noir, explique Rafael Rodriguez, sociologue et directeur du Cimop, le centre de recherche responsable de l’étude. Nous avons l’impression que ces quarante années n’ont pas existé pour la majorité des jeunes.  » Hormis ceux ayant reçu une transmission orale au sein de leur famille, très peu ont vraiment conscience de ce qu’a pu représenter l’application de l’ « Holocauste espagnol » si bien documenté par l’historien britannique Paul Preston, le plan d’extermination systématique des « rouges » décidé par Franco.

Et force est de constater que, après quarante années de ­régime démocratique, les cours d’histoire dispensés aux jeunes Espagnols sont encore très loin d’être à la hauteur. Alors que les derniers chiffres de l’OCDE indiquent que 27,7 % des jeunes Espagnols âgés entre 25 et 34 ans ont arrêté leur instruction avant le lycée, le rapport signale que la place de l’école comme moyen d’aborder ces faits est « notablement insuffisante » : le franquisme n’est tout simplement « pas encore assez présent dans les programmes scolaires ». Une situation que critiquait déjà, en 2014, un rapporteur spécial du Conseil des droits de l’homme de l’ONU.

« À mon époque, les cours d’histoire s’arrêtaient au “glorieux coup d’État de Francisco Franco” », raconte Isidoro Coello. « Ça ne s’est pas beaucoup amélioré depuis », ajoute le sexagénaire, secrétaire à la mémoire du Parti communiste d’Andalousie. «  La dictature a maintenu le peuple dans la peur puis l’ignorance, ensuite la transition a mis en place la “politique de l’oubli”. Finalement, la construction du régime démocratique s’est faite sur le mensonge et l’aveuglement  », affirme celui qui milite aussi au sein d’une association visant à faire connaître la Desbanda, peut-être l’un des épisodes les plus sanglants de la guerre civile.

« Dans les programmes, la guerre arrive toujours en fin d’année et les professeurs n’ont jamais vraiment le temps d’en parler  », assure Miguel Angel Muga, membre du Forum pour la mémoire. Son camarade Antonio Otero, petit-fils d’un ouvrier agricole assassiné en 1936 par des phalangistes dans la province de Tolède, s’indigne : « Ce pays a plus de morts dans des fosses communes que toute l’Amérique du Sud réunie. Les gens doivent savoir, et surtout les jeunes. C’est le combat que nous menons. »

« Une tâche loin d’être évidente,analyse Pilar Nova Melle, présidente de l’Adee. Cela fait des années que le “mouvement mémorialiste” lutte avec les armes de la raison et de l’investigation pour déterrer le passé face à des pseudo-historiens qui ont réussi à semer les graines d’un récit clairement révisionniste. Nous payons aussi les conséquences de plusieurs décennies de gouvernements qui n’ont rien voulu savoir du travail de mémoire. Sans références claires, beaucoup de jeunes tombent aujourd’hui facilement dans le piège idéologique tendu par les conservateurs. » Le rapport du Cimop relève en effet que, si la majorité des jeunes reconnaissent le besoin d’entretenir la mémoire démocratique, nombre d’entre eux reprennent aussi les argumentaires de la droite, voire de l’extrême droite néofranquiste, jamais à court de provocations : « risque de rouvrir les blessures du passé », « tentative de récrire l’histoire », etc.

Au final, même si diverses associations considèrent que la nouvelle loi sur la mémoire démocratique ne va pas assez loin, celle-ci représente indéniablement une grande avancée par rapport à sa timide prédécesseure de 2007, en prenant notamment en compte l’importance de la formation des nouvelles générations. Peut-être enfin un outil efficace pour que lutter pour la mémoire s’apparente de moins en moins à se battre contre des moulins à vent.

(1) Commandée par l’Adee, l’étude a été financée par une subvention du secrétariat d’État à la Mémoire démocratique.

Sur le web Notre entretien avec Pilar Nova Melle, présidente de l’Association des descendants de l’exil espagnol, sur l’humanité.fr

Guerre civile une réponse aux principes de vérité et de justice

Approuvée le 5 octobre, la loi de mémoire démocratique représente un pas important dans l’articulation de politiques publiques répondant aux principes de vérité, de justice, de réparation et de garantie de non-répétition vis-à-vis des exactions commises durant la guerre civile et sous le régime de Franco. Bien moins timoré que la loi de mémoire historique, de 2007, le nouveau texte condamne le coup d’État de 1936, déclare illégale la dictature franquiste et crée un parquet spécifique pour enquêtes sur les violations des droits de l’homme commises jusqu’en 1983. Dans un pays où plus de 100 000 personnes n’ont toujours pas été retrouvées ou identifiées, l’État va assumer cette mission et promouvoir les exhumations des fosses communes. Le texte comprend aussi des réformes dans l’enseignement de l’histoire au collège et au lycée. La droite a d’ores et déjà indiqué qu’elle l’abrogerait si elle revenait au pouvoir.

NDC : « La transition démocratique » a été approuvée, à ‘époque, par l’ensemble des partis politiques et des centrales syndicales espagnole hormis la CNT.

Se souvenir du massacre de Vitoria-Gazteiz

En Espagne, si l’année 1975 est marquée par la mort du dictateur Franco, le régime autoritaire et répressif franquiste ne s’éteint pas avec lui. Jusqu’aux premières élections législatives, en 1977, les manifestations se multiplient dans le pays. L’une d’elles se tient le 3 mars 1976 à Vitoria-Gasteiz, dans le Pays Basque. L’intervention de la police conduit à un massacre : cinq manifestants sont tués par balle, une centaine blessés. Depuis, le souvenir de l’événement fait l’objet d’un combat permanent. L’auteur du présent texte revient sur l’histoire récente d’un processus mémoriel qui, dans l’Espagne contemporaine, doit composer avec le déni des crimes perpétrés sous le régime franquiste.

3 mars 1976. 18 000 personnes sont en grève à Vitoria-Gasteiz au Pays Basque. 80 usines sont fermées ou occupées par les travailleurs. Après la tenue de plusieurs assemblées dans ces dernières, des manifestations partent de façon simultanée des différents quartiers ouvriers de la ville. 12 000 personnes arrivent devant l’église San Francisco où une assemblée est prévue à 17 heures. Parmi elles, 5 000 parviennent à rentrer dans l’édifice tandis que les 7 000 autres restent aux alentours, bloquées par la police qui encercle l’église.

Elle procède à son évacuation en jetant des gaz lacrymogènes à l’intérieur, ce qui provoque la panique des grévistes qui se ruent hors du bâtiment. La police, comme en témoigne les enregistrements de leurs communications radio (1) se sent acculée et menacée. Au moment où les grévistes sortent de l’édifice, elle tire à balles réelles, provoquant une centaine de blessés, dont vingt graves, et la mort de cinq personnes. Deux jours plus tard, environ 70 000 travailleurs assistent aux funérailles des ouvriers tués. Puis le lundi 8 mars, une grève générale réunit 600 000 personnes dans la rue pour exiger la dissolution des corps de police armée et un procès pour les responsables du massacre du 3 mars. Ce jours-là, deux autres personnes meurent sous les balles.

1er juin 2021. Le roi d’Espagne Felipe VI et le chef du gouvernement Pedro Sánchez inaugurent à Vitoria-Gasteiz le Centre-mémorial des victimes du terrorisme. Il s’agit d’un musée dont l’accès est gratuit, où le public peut s’informer et rendre hommage aux 1 453 victimes du terrorisme comptabilisées depuis 1960, date de l’assassinat d’une enfant, Begoña Uñoz, par le DRIL (2) jusqu’aux deux reporters espagnols David Beriain et Roberto Fraile, exécutés par Al-Qaeda en avril dernier. Si le mémorial englobe l’ensemble des actions terroristes des dernières décennies — de l’attentat de l’Hypercor par l’ETA le 19 juin 1987 en passant par celui de la gare d’Atocha de Madrid le 11 mars 2004 — il n’intègre pas les victimes de la répression franquiste et notamment celles du franquisme tardif, c’est-à-dire celles situées entre le 20 novembre 1975, date de la mort du dictateur, et juin 1977, moment des premières élections législatives depuis 1936. Bien qu’un nouveau régime mémoriel se soit consolidé durant les années 2000, accompagné de nouveaux termes comme « violations des droits de l’homme », « impunité », « crimes contre l’humanité », pour caractériser le passé franquiste, ce dernier n’est pas considéré comme un régime politique dont l’appareil répressif pourrait être qualifié de terrorisme d’État. Les victimes de la violence d’État franquiste, et notamment du second franquisme (1960–1977), ne sont donc pas reconnues officiellement comme telles.

« Après la mort du dictateur, le régime a employé la violence et la terreur pour mettre un terme aux mobilisations populaires d’une ampleur inédite, comme cela fut le cas à Vitoria. »

Le pacte de silence érigé pendant la période dite de transition démocratique — un pacte d’oubli autant que d’amnésie —, scellé par la loi d’amnistie d’octobre 1977 (3), a permis la libération des prisonniers politiques, mais a également garanti l’impunité aux criminels franquistes (4). La légitimité de cette loi a été remise en question par le mouvement citoyen de « récupération de la mémoire historique » qui a abouti en 2007 à la loi dite de « mémoire historique ». Cependant, le texte comporte de nombreux écueils. Si la loi de 2007 condamne officiellement le franquisme et déclare illégitimes les sentences prononcées par la dictature franquiste, elle ne les annule pas et n’affirme pas l’illégalité des tribunaux franquistes (5). Faisant face à ces manquements, les associations mémorielles se sont tournées vers la justice internationale pour les combattre. Elles ont aussi construit des instruments de lutte au service de la vérité, de la justice et de la réparation (6).

Dans leur sillage, d’autres acteurs, comme l’association des victimes du massacre du 3 mars 1976, ont également entrepris des recours devant les tribunaux tout en déployant d’autres ressources afin d’être reconnus par l’État comme victimes du terrorisme et demander justice. Cette mobilisation s’articule à la volonté de combattre l’oubli de l’événement, un oubli qui s’explique en partie parce que la transition apparait, aujourd’hui encore, comme une période mythifiée, fondée sur un imaginaire politique où le processus de démocratisation aurait été pacifique et modérée. Pourtant, les travaux scientifiques de ces dernières années ont montré qu’après la mort du dictateur, le régime a employé la violence et la terreur pour mettre un terme aux mobilisations populaires d’une ampleur inédite, comme cela fut le cas à Vitoria (7).

En montrant les ressources déployées par l’association de victimes du 3 mars, on aborde tout un répertoire d’actions allant de la construction d’un lieu de mémoire sur le lieu du massacre, jusqu’à la saisie de la justice pour obtenir des réparations auprès de l’État. Dans ce processus, on le verra, les autorités publiques, à l’échelle locale, ne sont pas exclues. Enfin, si l’objectif est d’obtenir justice et d’être reconnus comme victimes du terrorisme, cela s’accompagne aussi de la volonté de construire un récit des événements qui rompt avec l’imaginaire politique de la transition et conteste les politiques mémorielles menées par l’État en matière de terrorisme.

Contre l’oubli et pour la justice : la construction d’un lieu de mémoire

Depuis 45 ans, la mobilisation initiée par l’association des familles de victimes du 3 mars se traduit par la volonté de faire du quartier de Zaramaga, l’un des principaux quartiers ouvriers de la ville, un lieu de mémoire. C’est là que la mobilisation en 1976 a été la plus suivie ; là, aussi, dans l’église San Francisco, que les ouvriers ont été tués par la police. Alors que des collectifs comme l’association pour la récupération de la mémoire historique (ARMH) mènent depuis le milieu des années 1990 un combat contre l’oubli, combat qui s’est traduit par l’exhumation des fosses communes (8), l’association de victimes du 3 mars, elle, s’engage dans un processus de mise en mémoire du lieu du massacre. Son objectif, selon ses mots : diffuser « la vérité de l’événement pour combattre l’oubli et pour combattre les interprétations et justifications de l’État post-franquiste (9) ». Chaque année, des centaines de personnes se réunissent pour honorer les victimes. Lors de l’un de ces rassemblements, un monolithe fabriqué par les ouvriers de l’usine Forjas Alavesas a été installé dans le quartier — une œuvre représentant un poing levé, symbole de la combativité ouvrière. Une plaque, située sur son socle, rappelle au public l’événement traumatique du massacre. Cette initiative constitue une étape importante de la mobilisation visant à récupérer une mémoire ouvrière que les acteurs estiment passée sous silence au profit d’une vision hégémonique de la transition. Afin de mener à bien ce projet, l’association a sollicité le soutien des autorités publiques locales pour entamer des démarches judiciaires dans le but de déterminer les responsabilités des policiers dans le massacre de Vitoria. En 2004, sur demande de l’association, des chercheurs ont produit un rapport sur l’événement, donnant lieu à une résolution adoptée par le parlement basque (10). Une collaboration entre les autorités publiques basques et l’association de victimes pour entamer des démarches judiciaires est lancée. Les actions portées par les « entrepreneurs de mémoire (11) » en dehors de l’Espagne, devant le parlement européen (12), par exemple, à la fin des années 2010 et plus récemment encore devant l’ONU (13), sont en effet soutenues par les institutions publiques basques. Dès lors, la mobilisation dans la rue s’articule aux recours devant la justice afin de punir les responsables du massacre.

« Avec le mouvement des Indignés en 2011, c’est toute une partie de la mémoire ouvrière jusque-là invisibilisée qui refait surface dans la parole et les pratiques des acteurs mobilisés. »

Avec la crise socio-économique qu’a traversée l’Espagne en 2008 puis l’arrivée au pouvoir de la droite en novembre 2011, la question de la réparation des victimes de la Guerre Civile et du franquisme a été reléguée à l’arrière-plan du débat public. À rebours, des collectifs s’emparent de ces questions. Avec le mouvement des Indignés en 2011, c’est toute une partie de la mémoire ouvrière jusque-là invisibilisée qui refait surface dans la parole et les pratiques des acteurs mobilisés. Alors, c’est l’histoire d’un mouvement ouvrier assembléiste et autonome, cantonnée jusqu’alors au silence (14), qui est mise en évidence (15). La lutte contre l’oubli passe ainsi par la réaffirmation d’une identité collective ouvrière et des valeurs qui lui sont associées, comme la solidarité et la justice sociale, permettant de construire des ponts entre luttes sociales présentes et passées.

Dix ans après le mouvement des Indignés, lors du 45e anniversaire du massacre de Vitoria, Loli Garcia, la secrétaire générale des Commissions Ouvrières (CC.OO.) du Pays Basque s’est félicitée de la décision prise par les autorités basques de construire un mémorial dans l’église San Francisco. Pour la dirigeante, cette initiative participe à « récupérer le récit (16) » et de mettre en avant le rôle fondamental joué par la classe ouvrière dans le processus de changement politique dans les années 1970. C’est aussi le sens de la déclaration publique de Miren Gorrotxategi, parlementaire et porte-parole de la coalition de gauche Elkarrekin Podemos qui, elle, déclare : « Nous n’oublions pas ce qui s’est passé. Et nous n’oublions pas la lutte des personnes qui ont été attaquées par la police. Ils ont été des pionniers dans la lutte pour les droits des travailleurs. C’est un crime qui reste impuni et nous devons le garder en mémoire (17) ». Les dirigeants politiques et syndicaux, ainsi que l’association du 3 mars, réclament d’une même voix justice par rapport aux crimes commis le 3 mars 1976 et revendiquent l’intégration de cet événement dans un récit plus vaste, celui des luttes anti-franquistes portées par la classe ouvrière. De quoi déstabiliser le récit hégémonique de la transition.

Avant cela, en 2016, à l’occasion du 40e anniversaire du massacre, la mobilisation a connu un tournant majeur. C’est en effet à partir à compter de cette date que l’association du 3 mars a commencé à organiser des visites guidées du quartier de Zaramaga. Elles sont ponctuées d’interventions artistiques, vidéos, littéraires, et se terminent devant l’église San Francisco où le public peut voir un collage audiovisuel à partir de sons et d’images d’archives. Ces visites guidées ont été rendues possibles par le financement du gouvernement basque et constituent, pour les associations, une victoire dans la lutte contre l’oubli. Cependant, pour les militants de l’association du 3 mars, le combat ne s’arrête pas là : la gestion du mémorial de San Francisco, coordonnée à la fois par les autorités basques et par l’association, risque de voir se confronter des desseins contradictoires. En effet, les discussions sont encore en cours pour savoir comment sera géré ce mémorial et quels en seront le contenu et les objectifs. Si les pouvoirs publics veulent participer à l’édification du mémorial et s’investissent depuis plusieurs années dans la mise en place de politiques mémorielles, l’objectif de l’association du 3 mars, on l’a vu, est plus large : il s’agit de « récupérer » la mémoire des luttes ouvrières pendant le franquisme et la transition.

La volonté de mettre sur pied un lieu de mémoire montre dès lors que la mobilisation passe par une appropriation de l’espace public. Cette action se conjugue aux démarches juridiques pour que l’État ouvre une enquête afin de déterminer les responsables du massacre, et, dans le même temps, reconnaisse aux personnes tuées et blessées le 3 mars 1976 le statut de victimes. Pourtant, le combat contre l’oubli et la quête de justice des acteurs, qui se sont investis de diverses manières pour parvenir à cette reconnaissance, n’ont pas été suivis d’effet sur le plan national — bien au contraire. Les associations mémorielles estiment que l’inauguration, en juin dernier, du Centre-mémorial en l’hommage des victimes du terrorisme, constitue une instrumentalisation politique du passé par l’État.

Pour une « mémoire intégrale » : dénoncer la « discrimination mémorielle »

« Les victimes de la violence franquiste sont exclues du champ des victimes du terrorisme. »

C’est pour dénoncer la « discrimination mémorielle » que des associations comme celle du 3 mars ont lancé la campagne « memoria osoa : memoria integral, para construir convivencia » (Mémoire complète : mémoire intégrale pour construire la convivialité). Dans le cadre de cette campagne, une tribune publiée dans la presse condamne le Centre-mémorial car « il répond à une nécessité stratégique qui impose un récit officiel sur la vérité et la violence. Ce récit officiel est fondé sur des intérêts politiques et idéologiques spécifiques, précisément de ceux qui nient l’existence d’autres victimes que celles évoquées dans ce mémorial (18) ». On retrouve dans cet extrait la volonté de combattre ce que les auteurs désignent comme le récit officiel de l’État espagnol. Un récit qui ne reconnait pas, ou bien minimise, le caractère violent et répressif de l’État franquiste et invisibilise ses victimes.

Ce récit officiel est le produit du mythe de la transition triomphante, ce que les travaux de Bénédicte André-Bazzana (19) et de Sophie Baby (20) ont bien montré. Dès lors, les explosions spectaculaires de violence comme les massacres de Vitoria ou celui d’Atocha en janvier 1977 (21) sont signalées dans les travaux historiques pour en souligner seulement le caractère exceptionnel (22). Cela explique en partie pourquoi aujourd’hui les victimes de la violence franquiste sont exclues du champ des victimes du terrorisme, une exclusion que dénonce la campagne memoria osoa de la manière suivante : « nous ne pouvons qu’exprimer notre rejet absolu d’un mémorial dont le fondement repose sur l’utilisation de la souffrance d’une partie des victimes, afin d’approfondir le discours qui nie l’existence de milliers de victimes causées par la violence et le terrorisme d’État (23). »

La campagne memoria osoa avance que ce sont des milliers de victimes provoquées par « le terrorisme d’État » qui sont niées. Ce concept n’est pas repris par le Centre-mémorial des victimes du terrorisme, ni par la loi de 2011 sur la reconnaissance et la protection intégrale des victimes du terrorisme, dont le mémorial constitue l’un des aboutissements. En effet, la loi de 2011 est fondée sur une définition spécifique du terrorisme, que l’on retrouve notamment dans les fascicules disponibles dans le Centre-mémorial et dans ceux à destination des enseignants et des élèves. On y lit que le terrorisme aurait quatre aspects : la clandestinité, le climat de terreur, la propagande et l’imposition d’objectifs politiques. À partir de cette définition, le Centre-mémorial entend reconnaître tous les terrorismes qu’a connu l’Espagne depuis juin 1960. Il rend compte des violences terroristes exercées par l’ETA et de celles de groupes terroristes d’extrême gauche, comme les Groupes de résistance antifasciste du premier octobre (GRAPO), ainsi que celles de groupes d’extrême droite comme le Batallón Vasco Español (BVE) et les commandos para-militaires Groupes Antiterroristes de Libération (24) (GAL). La « Guerre sale » contre le terrorisme initiée par l’État démocratique espagnol est un héritage des méthodes de violence d’État du franquisme. Si en intégrant les victimes du GAL au Centre-mémorial, l’État reconnait la violence que ce groupe terroriste a provoqué, elle autonomise également son action. La responsabilité des législations antiterroristes, qui exportent dans le régime démocratique des méthodes de violence politique comme la torture (25), n’est pas reconnue. Cette conception restrictive de la notion de terrorisme présente les différentes étapes politiques qu’a connues l’Espagne en évacuant de l’analyse le degré de violence employé par l’État dans sa gestion du maintien de l’ordre public. La dictature franquiste est décrite comme un régime où les libertés publiques et individuelles étaient inexistantes, certes, mais son caractère autoritaire et ses méthodes répressives ne sont pas évoqués — au contraire. Les fascicules diffusés font référence à l’accroissement du terrorisme en Europe dans les années 1960 et 1970. L’Espagne est comparée à d’autres pays européens sans qu’aucune contextualisation ne soit fournie et sans plus d’explications quant aux causes des pratiques de lutte armée dans un pays régi par une dictature.

Le terrorisme est donc exclusivement perçu comme relevant de l’action clandestine. Il n’est pas envisagé comme un outil de l’appareil répressif d’État. Or, la terreur comme arme politique, fondée sur une conception autoritaire et répressive de l’ordre public, peut être employée par un régime qui cherche à contrôler sa population, comme cela fut le cas sous le franquisme. C’est, par exemple, ce qu’affirme l’historien Eduardo Gonzalez Calleja (26). Par ailleurs, la date choisie par la loi pour reconnaître légalement les victimes du terrorisme — 1960 — renvoie à une étape charnière du régime franquiste. C’est à ce moment que le franquisme amorce un tournant libéral qui se traduit par une relative ouverture dans les domaines de la culture et de l’information. Bien que cela ne soit pas comparable avec la répression pratiquée pendant la Guerre Civile et les premières années du franquisme, plus d’une centaine de personnes sont tuées par la répression légale, policière et para-policière, entre 1960 et 1977 (27). L’intensité de la violence politique déployée par l’État à la fin du franquisme — notamment à la mort du dictateur entre 1976–1977 — témoigne ainsi de sa volonté de combattre les mobilisations sociales par la terreur.

« La « Guerre sale » contre le terrorisme initiée par l’État démocratique espagnol est un héritage des méthodes de violence d’État du franquisme. »

C’est donc avec la volonté d’étendre la définition de terrorisme pour que soient reconnues toutes les victimes, que plaident les associations mémorielles comme celle du 3 mars, afin de favoriser la construction d’une mémoire inclusive et sans discrimination. Ainsi, « la société dans son ensemble doit se sentir intégrée. La mémoire, en tant qu’exercice nécessaire au développement de la convivialité démocratique dans une société plurielle, ne peut en aucun cas taire la réalité vécue par une partie de celle-ci. La mémoire n’est pas le patrimoine exclusif d’un courant idéologique, d’un parti politique ou d’un gouvernement ; la mémoire nous appartient à tous (28). » La dénonciation de la part des associations de victimes du franquisme, d’une « discrimination mémorielle », n’est pas centrée sur l’existence du Centre-mémorial en tant que tel, mais bel et bien sur son caractère excluant. Dans le même temps, elles prennent garde à ne pas rentrer dans une logique de concurrence victimaire. Au contraire, elles mettent en évidence le fait qu’il existe une pluralité de mémoires historiques et collectives. En homogénéisant le phénomène terroriste, en le naturalisant, les politiques mémorielles visant à rendre hommage aux victimes du terrorisme déterminent quelles sont les mémoires traumatiques légitimes et quelles sont celles qui ne le sont pas. En voulant figer une mémoire traumatique, celle des victimes du terrorisme, elles participent à nier celles qui ont été victimes de la répression franquiste, pour préserver le mythe transitionnel, mythe fondateur de la démocratie espagnole.

Il semble toutefois que la situation parlementaire fasse évoluer ces politiques mémorielles. En juillet dernier, le gouvernement a décidé de promulguer une future loi dite de « mémoire démocratique », qui devrait aller plus loin que celle de 2007. Le texte prévoit en effet la création d’un parquet spécialisé pour enquêter sur les violations des droits de l’homme durant la guerre civile et les quarante ans de dictature franquiste (29). Ce dernier point est important car il pourrait constituer un tournant décisif dans la reconnaissance par l’État des victimes du franquisme, en brisant la loi d’amnistie de 1977 et en adaptant la législation pénale espagnole au droit international.

Arnaud Dolidier

https://www.revue-ballast.fr/le-massacre-de-vitoria-gazteiz-mobilisations-memorielles-dans-lespagne-daujourdhui/

1 – Les enregistrements audio de la police durant le 3 mars sont disponibles sur le site de l’association de victimes du 3 mars.↑

2 – Directoire Révolutionnaire de Libération Ibérique (DRIL), organisation terroriste et antifasciste qui avait pour objectif de lutter par les armes contre les dictatures de Salazar et de Franco. Le DRIL a organisé une série d’attentats à la bombe. L’une de ces bombes, placée dans la gare de San Sebastián, provoque la mort d’une enfant de 22 mois, Begoña Uñoz, en juin 1960.↑

3 – Paloma Aguilar, Memoria y olvido de la Guerra Civil española, Madrid, Alianza, 1996.↑

4 – Sophy Baby, « Sortir de la guerre civile à retardement : le cas espagnol », Histoire@politique, vol. 3, n° 13, 2007.↑

5 -Voir Danielle Rosemberg, « La mémoire du franquisme dans la construction de l’Espagne démocratique. Les voies incertaines d’une réconciliation nationale », Témoigner. Entre histoire et mémoire, vol. 117, 2014.↑

6 – Sophie Baby, « Vérité, justice, réparation : de l’usage en Espagne de principes internationaux », Matériaux pour l’histoire de notre temps, vol. 3–4, 2013.↑

7 -Bénédicte André-Bazzana, Mitos y mentiras de la transición, El viejo topo, 2006 ; Sophie Baby, Le mythe de la transition pacifique. Violence et politique en Espagne (1975–1982), Casa de Velázquez, 2012.↑

8 – Mercedes Yusta Rodrigo, « ¿Memoria versus justicia ? La recuperación de la memoria histórica en la España actual », Amnis, Revue d’études des sociétés et cultures contemporaines, Europe — Amérique, vol. 2, 2011.↑

9 – Entretien avec l’association de victimes du 3 mars, octobre 2021.↑↑

10 – « Dictamen histórico sobre los acontecimientos producidos el 3 de marzo de 1976 en Vitoria ». Les documents sont consultables sur le site de l’association de victimes du 3 mars.↑

11 – Entendre par-là des personnes désignées comme représentantes d’une mémoire historique à faire reconnaître en-dehors de leur groupe d’appartenance.↑

12 – « Las víctimas del 3 de marzo acuden al parlamento europeo para pedir justicia », El País, mars 2006.↑

13 – « Llevaran a la ONU los asesinatos del 3 de marzo de 1976 en Vitoria », La Vanguardia, 27 février 2019.↑

14 – Arnaud Dolidier, Tout le pouvoir à l’assemblée ! Une histoire du mouvement ouvrier espagnol pendant la transition (1970–1979), Syllepse, 2021.↑

15 – Le documentaire Autonomía obrera par exemple, sorti en 2008, donne la parole aux ouvriers qui se sont engagés dans des mouvements de luttes assembléistes. Ce long-métrage parle ainsi de la lutte de Vitoria sans axer uniquement son propos sur le massacre mais en évoquant la grève générale de deux mois qui a secoué la ville entre janvier et mars 1976.↑

16 – « Vitoria, contra el olvido del tres de marzo », El correo, 3 mars 2021.↑

17 – Ibid.↑

18 – « Por una memoria inclusiva y no parcial », Noticias de Navarra, 16 décembre 2020.↑

19 – Bénédicte André-Bazzana, Mitos y mentiras de la transición, op.cit.↑

20 – Sophie Baby, Le mythe de la transition pacifique. Violence et politique en Espagne (1975–1982), op.cit.↑

21 – En janvier 1977, un commando armé d’extrême droite assassine trois avocats en droit du travail et membres du Parti Communiste d’Espagne (PCE).↑

22 -Javier Tusell, Alvaro Soto Carmona (eds.), Historia de la transición
(1975–1986), Madrid, Alianza, 1996.↑

23 – « Por una memoria inclusiva y no parcial », Noticias de Navarra, 16 décembre 2020, op.cit.↑

24 – Le système de l’appareil répressif d’État franquiste, confronté aux défis posés par l’augmentation des mobilisations populaires, a été réadapté par le chef du gouvernement Carrero Blanco dans les années 1970. Ce système n’a pas été supprimé par la démocratie mais a continué d’être employé pour combattre dès 1978 le Batallón Vasco Español (BVE), puis perfectionné en 1984 lors de la création des Groupes Antiterroristes de Libération (GAL).↑

25 – Sophy Baby, « Sortir de la guerre civile à retardement : le cas espagnol », art. cit.↑

26 – « Un experto asegura que el franquismo uso el terrorismo como acción política », El Diario, 25 novembre 2012.↑

27 – Pau Casanellas, Morir matando. El franquismo ante la practica armada, 1968–1977, La catarata, 2014.↑

28 – Por una memoria inclusiva y no parcial », op.cit.↑

29 – « PSOE y Unidas Podemos acuerdan enmendar la ley de memoria para que se puedan juzgar crímenes franquistas », Público, 17 novembre 2021.↑

Retirada, les républicains sur les routes de l’exil

En 1939, les républicains espagnols prennent la route de l’exode. Ils fuient la dictature franquiste et se dirigent vers la France, où ils espèrent trouver refuge et soutien. La réalité est tout autre. Après l’épreuve de la Retirada, ils sont parqués dans des camps d’internement inhumains.
avec :

Geneviève Dreyfus-Armand (Historienne, Conservateur général honoraire des bibliothèques), Maëlle Maugendre (Docteure en histoire contemporaine, spécialiste de l’histoire de l’immigration et des mouvements de réfugiés).

https://www.radiofrance.fr/franceculture/podcasts/le-cours-de-l-histoire/retirada-les-republicains-sur-les-routes-de-l-exil-9046034

L’or de Moscou

Le 25 octobre 1936, 510 tonnes d’or de la Banque d’Espagne ont été expédiées à Odessa, puis à Moscou. À la fin de la guerre civile espagnole, le trésor de la Banque d’Espagne avait été liquidé. En 1994, Maria Dolors Genovés, directrice des programmes spéciaux de TV3, a réalisé pour cette chaîne de télévision régionale un précieux documentaire intitulé L’Or de Moscou, un travail d’investigation qui, pour la première fois, a donné accès à la documentation la plus secrète des archives de l’Armée rouge à Moscou.

Le terme “Oro de Moscou”, ou aussi “Oro de la República”, fait référence à l’opération de transfert de 510 tonnes d’or, correspondant à 72,6 % des réserves d’or de la Banque d’Espagne, de son dépôt à Madrid vers l’Union soviétique, quelques mois après le début de la guerre civile espagnole, ainsi qu’aux négociations ultérieures liées à sa vente à l’URSS. Les fonds obtenus ont servi à l’achat d’armement commandés pendant la guerre sur ordre du gouvernement de la Seconde République, présidé par Francisco Largo Caballero, et à l’initiative de son ministre des Finances, Juan Negrín. Le quart restant de la réserve de la Banque, soit 193 tonnes, a été transféré et converti en devises en France, une opération connue par analogie sous le nom d’Or de Paris.

L’or de Moscou

De María Dolors Genovés

Titre original “El oro de Moscu”

1994 – Espagne – 65′

Espagnol et catalan sous-titré en français

EXILÉS DE L’ESPOIR

L’association 24 août 1944
vous invite à l’hommage

en deux parties aux

EXILÉS DE L’ESPOIR

MERCREDI 24 AOÛT 2022

À PARTIR DE 18H

1 rue de Lobau 75004

Jardin de la Nueve (dans le jardin)

Cette année, nous voudrions dédier cet hommage à notre amie, disparue cette année sans crier gare, fille d’un combattant espagnol de la Nueve, José Cortes, blessé rue des Archives le 25 août 1944 et qui épousa l’infirmière qui lui sauva la vie. Sa fille, notre regrettée Marie José fut toujours présente à toutes les actions et interventions concernant la mémoire de son père et de ses compagnons.

Ce 24-Août- 2022 Dans le contexte actuel de repli identitaire, nous avons choisi de rappeler l’attitude des étrangers réfugiés en France :

Ceux qui fuyant le nazisme et le fascisme n’ont pas hésité à s’engager pour la Liberté. Outre des Espagnols en grand nombre, il y avait au sein de la Nueve , entre autre, un patchwork de nationalités, citons notamment:

CARRASCO Joaquin – (Brésil)

CATIZONE Guiseppe – (Italie)

CORTESI Daniel – (Italie)

MENDELSON Félix – (Allemagne)

PIRLIAN Krikor – (Arménien de Turquie),

PORESKI Wilhelm – (Allemagne)

REITER Johann – (Allemagne)

Et avec ces Espagnols, ils étaient les soldats de première ligne, les francs-tireurs de la première heure, agents de liaison, passeurs de lignes et de frontières, porteurs d’armes, de tracts, ou de messages. Ils ont été de tous les combats, dans les pires conditions ; ils ont enduré les pires souffrances pour ne pas permettre que le fascisme leur arrache leur dignité.

Puis nous filerons en cortège à la Halle des Blancs manteaux où nous attend l’exposition :

VISAGES D’EXIL 1939-2019

Chemins d’exil, photos inédites 1939, Philippe Gaussot

La sangre no es agua, photos 2019, Pierre Gonnord

Composée de deux expositions de photos :

Chemins de l’exil de Philippe Gaussot, qui a saisi sur le vif la retirada et les camps sur les plages en février 1939, mais auparavant avait aussi photographié le secours aux enfants basques et catalans en 1937.

La Sangre no es agua de Pierre Gonnord qui en 2019, à la demande du gouvernement socialiste espagnol partit à la recherche de survivants exilés ou de leurs enfants et trouva facilement son bonheur (et le nôtre de le rencontrer) l’adresse du 33 rue des Vignoles dans le 20e arrondissement de Paris.

Présenter ces deux expositions s’est imposée à nous comme une évidence.

Aux foules anonymes que capte Philippe Gaussot en 1939, répondent les portraits et témoignages de Pierre Gonnord 80 ans après.

Car ce que dit Pierre Gonnord en 2019, c’est que chaque homme, chaque femme, chaque enfant de 1939 a une histoire.

Halle des Blancs Manteaux, 48 rue Vieille Du Temple 75004 Paris à 19h le 24 août 2022.

Vous pourrez visiter cette exposition exceptionnelle

Du 25 au 31 août 2022

De 14 à 19h. Visites guidées à 15h et à 17h tous les jours.

Faire vivre les mémoires et les valeurs des Républicains espagnols exilés

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