Francisco Ponzán Vidal, conocido como « el maestro de Huesca » (también « François Vidal », « Paco », « Gurriato » y » El gafas »), fue el más legendario de los resistentes españoles que, durante la Segunda Guerra Mundial, organizaron desde Francia redes de evasión a España a través de los Pirineos. Estas redes, a las que dediqué mi artículo anterior en estas páginas, permitieron a miles de personas escapar del horror nazi y evitar así la deportación y la muerte.
Aunque Ponzán nació en Oviedo en 1911, se crió en Huesca, de donde su madre era originaria. Estudió magisterio en la capital oscense y ejerció como maestro en Castejón de Monegros y otros pueblos de la provincia. Militante anarquista desde muy joven, tuvo a Ramón Acín (fusilado en 1936) como profesor de dibujo, y junto a él se inició en el activismo político que le ocasionó varias detenciones en los años anteriores a la Guerra Civil. Durante la contienda, perteneció al Servicio de Inteligencia Militar y fue responsable de Transportes y Comunicaciones en el Consejo de Aragón. Luchó en la 127 Brigada (« Roja y Negra »), luego 28 División, principalmente en el frente de Zuera. Mariano Constante, que tiene para Ponzán un emocionado recuerdo en uno de sus libros, rememora cómo éste, pese a las pocas simpatías que anarquistas y comunistas se profesaban, ayudó a sacar de la prisión de La Seo de Urgel a un comisario comunista injustamente encarcelado. Una de las características que se destaca del « maestro de Huesca » es su saber estar por encima de los sectarismos imperantes en la época. Al parecer, la decisión de poner su red al servicio de los aliados no fue muy bien aceptada por algunos de sus correligionarios anarquistas.
En los libros « La red de evasión del grupo Ponzán: anarquistas en la guerra secreta contra el franquismo y el nazismo, (1936 – 1944) » y « Francisco Ponzán Vidal y la red de evasión Pat O’Leary (1940-1944) » (Ediciones Virus, 1996 y 1998), Antonio Téllez Solá trata sobre la actividad de nuestro personaje. También Sixto Agudo hizo una breve semblanza biográfica de Ponzán en el congreso « La España exiliada de 1939 », celebrado en Huesca en 1999 y cuyas actas han sido editadas por el Instituto de Estudios Altoaragoneses y la Institución Fernando el Católico.
Pilar Ponzán, hermana de Francisco, era maestra en Jaca cuando se produjo el alzamiento militar de 1936. Fue detenida y encarcelada junto a la madre de Mariano Constante en el fuerte Rapitán de la capital jacetana. Logró salir de la prisión en un canje de prisioneros gracias a la intervención de su cuñado, militar participante en la sublevación contra la República. Tras la Guerra Civil, pasó a Francia donde conoció la decepción y la incomodidad de los campos de internamiento para los exiliados españoles. Durante la Segunda Guerra Mundial, luchó activamente contra los alemanes, colaboró con su hermano en la organización de las cadenas de evasión y recibió tras la contienda la Cruz de Guerra como reconocimiento a su labor. Plasmó por escrito sus experiencias en el libro « Lucha y muerte por la libertad (1936-1945) », editado en Barcelona en 1998.
Francisco pasó también a Francia después de la derrota republicana de 1939 y fue internado en el campo de Vernet d’Ariège. Pudo salir de allí gracias al contrato de trabajo que le ofreció el dueño de un garaje. Poco después del inicio de la Segunda Guerra Mundial, entró en contacto con los servicios de inteligencia británicos y empezó a organizar, desde Toulouse y junto a su hermana Pilar, la más importante de las redes que facilitaban el paso de evadidos de Francia a España. Se trataba de una amplia tela de araña que comenzaba en Bruselas y terminaba en Lisboa, tenía como centro Toulouse y se ramificaba hacia los Pirineos franceses y Andorra y, en la costa mediterránea, llegaba hasta Banyuls, muy cerca ya de la frontera española. Ponzán contó con la colaboración de sus contactos anarquistas españoles y sus hombres guiaban a los evadidos hasta los consulados del Reino Unido, Bélgica o Estados Unidos en Barcelona y Madrid, desde donde se les facilitaba el viaje hasta Lisboa o Gibraltar y la salida de la península hacia sus nuevos destinos. Entre 1941 y 1943, esta red salvó a numerosos franceses, ingleses, polacos, belgas y judíos. Según Ferran Sánchez Agustí -de cuyo libro « Espías, contrabando, maquis y evasión. La II Guerra Mundial en los Pirineos » (Milenio, Lérida, 2003) extraigo bastantes datos de este artículo-, fueron unos 2000 los aliados evadidos, de los cuales unos 200 eran aviadores británicos de la RAF. Una de las anillas de evasión vinculadas a la red de Ponzán era la del médico y general belga Albert Guérisse (« Pat O’Leary » y « Josep Catier »), que sobrevivió a los campos de exterminio de Dachau y Mauthausen. Entre los personajes salvados por la red puede destacarse al príncipe Werner de Merode, nacido en Bélgica y piloto de la RAF durante la guerra. Fue derribado en 1941 en Boulogne-sur-Mer y se le sacó de Francia por Banyuls, desde donde pudo llegar al consulado belga de Barcelona y volver a cruzar la frontera en 1943.
Fueron muchos los colaboradores de Ponzán en su cadena de evasión, y bastantes de ellos eran altoaragoneses. Es el caso de Prudencio Iguacel Piedrafita, nacido en Botaya (Jaca) en 1913 y muerto en Burdeos en 1979, que había coincidido con Ponzán en la Guerra Civil y en el campo de internamiento francés de Vernet. También Antonio Saura y Carmen Mur, de Calasanz; y los hermanos Rafael, Eusebio (« Coteno ») y Pascual (« Sixto ») López Laguarta, naturales de Fontanelles, cerca de Ayerbe. El castellonés Josep Albalat Ripollés, carpintero de oficio, pasó con Ponzán a España en mayo de 1940 con la intención de liberar a presos anarquistas en Zaragoza. Ponzán resultó herido y tuvieron que refugiarse en Boltaña. Ambos compartieron prisión en Vernet en 1942; Albalat es un caso excepcional pues consiguió sobrevivir al paso por cinco campos de exterminio. Floreal Barberà trabajó en la red y en una ocasión ayudó a cruzar a España por Viella y Esterri d’Àneu a un grupo excepcionalmente numeroso de 62 judíos. Entre los expedicionarios hubo dos bajas: un anciano que murió de agotamiento y un joven que se despeñó. Barberà fue detenido en España durante una misión y tras una breve estancia en la cárcel logró salir en libertad. Junto a otros miembros de la Asociación General Francesa de Antiguos Combatientes y Resistentes Españoles reivindicó la figura de Ponzán, en cuya memoria se colocó en Montjuïc una placa en el monumento a los voluntarios españoles muertos en la guerra europea. No tenemos espacio aquí para nombrar a otros muchos compatriotas que colaboraron con « el maestro de Huesca », gran número de los cuales sufrió deportación a los campos de exterminio nazis.
Mención aparte merece Josep Ester Borrás, natural de Berga, íntimo colaborador de Ponzán. Su mujer, Alfonsina Bueno Vila, era natural de Moros, en la provincia de Zaragoza. Ester fue enviado a Mauthausen de donde salió con vida. Fue condecorado por los gobiernos británico, francés y estadounidense, y entre 1947 y 1965 fue secretario general de la Federación Española de Deportados e Internados Políticos Víctimas del Fascismo. Murió en Francia en 1980. Su mujer, Alfonsina, también sobrevivió al campo de mujeres de Ravensbrük, aunque, a causa de un experimento que los fanáticos médicos nazis le practicaron durante su internamiento, contrajo una enfermedad crónica y perdió la salud hasta su muerte en 1979. Su padre, Miguel Bueno Gil, murió en Mauthausen como consecuencia de esos terroríficos experimentos.
La red dirigida por Ponzán, financiada por los aliados, además de ayudarlos a salir de Francia, facilitaba a los evadidos una impecable documentación falsa. En su casa de Toulouse había abundante material para realizar falsificaciones: matrices metálicas, sellos de administraciones, pasaportes, certificados de casamiento británicos, documentos oficiales, etc. Hay que destacar la enorme inteligencia y capacidad que demostró Ponzán en los años que estuvo al frente de esa extensa organización clandestina. Destacable es también su tolerancia política y su visión global del conflicto que vivía Europa. Sánchez Agustí recoge en su libro unas palabras, pronunciadas por « el maestro de Huesca » en una reunión celebrada en septiembre de 1940 en su domicilio de la calle Montplisir de Toulouse, que reproduzco: « No es hora de lamentarse de nada, señores, sino el momento de las decisiones. No es la patria francesa la que está en juego; es la libertad, la cultura, la paz…No somos nosotros quienes estamos en peligro; es el mundo. Y no olviden que cuando se fusila a un hombre existe la posibilidad de que un día se fusile a toda la humanidad ». Como muchos otros españoles que lucharon en Francia, estaba convencido de que ayudando a los aliados éstos precipitarían después la caída del régimen de Franco.
Ponzán fue arrestado en 1942 e internado de nuevo en el campo de Vernet, del que logró escapar con varios miembros de su red. Se instaló en el hotel París de Toulouse, centro de actividades de la Resistencia, que le proporcionó medios para continuar con su labor de ayuda a los evadidos. Detenido nuevamente en abril de 1943, fue encerrado en la prisión de Saint-Michel y condenado a seis meses de reclusión por indocumentado. Localizado por la Gestapo, fue sometido a nuevos interrogatorios y a un nuevo juicio que le condenó a nueve meses de cárcel. Cumplidos éstos, los nazis se negaron a ponerlo en libertad. Cuando Toulouse estaba a punto de ser liberada, Ponzán fue sacado de la prisión de Saint-Michel junto a otros 52 detenidos. Todos ellos fueron ejecutados en el bosque de Buzet sur Tarn, a 27 km de la ciudad. Los cuerpos de los prisioneros fueron arrojados a tres enormes hogueras, sin que se haya podido saber si fueron lanzados a ellas aún con vida o habían sido previamente fusilados. Sus cenizas fueron depositadas en tres féretros en un mausoleo de Buzet donde en una placa puede leerse: « A nuestro hermano Francisco Pozán Vidal, exiliado político español, Gran Resistente muerto por Francia el 17-8-1944 a la edad de 33 años ».
Francisco Ponzán recibió a título póstumo las más altas consideraciones por parte de los gobiernos aliados. La distinción de Su Majestad británica por « su valiente conducta y el servicio prestado » con el emblema de la Hoja de Laurel de la Corona y la « Medalla por la libertad » del Reino Unido, el grado de capitán de las Fuerzas Francesas, la Medalla de la Resistencia, la Cruz de Guerra y el « reconocimiento y la admiración de las naciones aliadas ». Además del Certificado de Gratitud firmado por el presidente de Estados Unidos Dwight D. Eisenhower, que también recibió su hermana Pilar. Contó siempre con el respeto y la admiración de sus colaboradores y de todas las fuerzas aliadas, y su labor permitió salvar muchas vidas, aunque en ese empeño sacrificara la suya. Su contribución, junto a la de muchos otros españoles, fue decisiva en la victoria sobre el fascismo que amenazaba al mundo. Es de justicia que en la provincia en la que pasó buena parte de sus primeros años y de la que era originario también recordemos su abnegación y su humanitarismo ejemplares.
Carlos Bravo Suárez
(Artículo publicado en Diario del Alto Aragón, el 27 de noviembre de 2005)
Fuente :
http://carlosbravosuarez.blogspot.fr/2008/02/un-hroe-desconocido-francisco-ponzn-el_28.html
Téllez Solá, Antonio, Le réseau d’évasion du groupe Ponzan – Anarchistes dans la guerre secrète contre le franquisme et le nazisme, Toulouse, Ed. du Coquelicot, 2008, 405 p.